jueves, 15 de marzo de 2012

Una noche para recordar

Era sábado y había varios planes. El que a ella le importaba se pospuso para más tarde, así que decidió ir un rato a esa fiesta de cumpleaños a la que la habían invitado, quedaba cerca y aunque hacía poco que la conocía, la cumpleañera le caía bien.
El atuendo elegido fue pensado para la salida pospuesta, mejor dicho, para el acompañante que pasaría a buscarla después de medianoche. Se acercaba el otoño, era una noche plácida, pero fresca. Pantalón con buena caída y camisa ajustada abotonada hasta ese punto exacto en que no se pierde la elegancia y sí se invita a la curiosidad.  Tacos altos. Todo negro. El pelo larguísimo y oscuro, recogido. Ojos bien delineados, pestañas bien marcadas con rimmel, perfume y nada más.
Llegó, saludó a los anfitriones, vio que había mucha gente, y aunque nunca fue tímida, optó por servirse una cerveza y salir al balcón, más fresco y menos concurrido.
Allí había un conocido, de esos que empiezan a perfilarse como amigos que lo seguirán siendo. Lo saludó con un beso y al llegar a quien estaba sentado al lado, se frenó, lo miró, se dio cuenta que no lo conocía, hizo un gesto como diciendo; qué importa, y le dijo "Hola"; le dio un beso y se sentó Era un tipo que se notaba bastante más grande que el promedio del resto de los presentes. Más serio al vestir, y al hablar, pero con una sonrisa franca y algo de infantil en la mirada. Como esos hombres grandes que siguen mirando dibujitos animados con la merienda.
Rápidamente la charla transcurrió entre cosas del momento hasta centrarse en ella, que esa semana había empezado su primer año real de facultad, luego de cursar un brillante (y recontra divertido) CBC.
(Ah... no lo dije aún? 19 años tenía ella).
-Qué cursas? preguntó él.
-Matemática, Química Inorgánica y Anatomía
-Ahh anatomía! Y trabajan con cuerpos de verdad?
-Sí, con material cadavérico...
Y a partir de ahí, el futuro amigo, y ese otro invitado se dedicaron a hacer bromas y chistes, obvios, bobos, pero divertidos sobre el uso que ella le daría al "material cadavérico" y otras tonterías más...
 Y ella reía, porque disfrutaba del humor negro, y disfrutaba ser el centro de esa conversación. Y también sentía que era el centro de la mirada de uno de los presentes, ese que al rato confesó que estaba en el cumpleaños de colado, que no conocía a los dueños de casa ni a la cumpleañera. El tipo más grande, pero súper divertido, al que le permitió que le hiciera mil chistes sobre ella porque la confianza fluyó y fue natural desde el primer momento.
La charla continuó y se diversificó, hasta que decidieron entrar. El se sentó en un sillón, desde donde podía verla charlar con las chicas en la cocina.
En un momento, ella soltó su cabello, y cuando estaba por anudarlo y recojerlo nuevamente, levantó la vista y se cruzó con la mirada de él que, desde el otro lado del pasillo, le hacía señas para que no lo haga, para que lo deje suelto. (Qué atrevido! Recién se conocían y pretendía que le hiciera caso a un pedido suyo!)
Se sonrojó, pero su sonrisa maliciosa y sus ojos, le dijeron todo. Lentamente, y a sabiendas que en cada movimiento estaba transmitiendo un mensaje, volvió a atar su cabello en un alto rodete que le decía: "No, no  te voy a dar el gusto". (Aún)
La medianoche ya había pasado, y a ella la esperaba quien sí era merecedor de dejarla con el pelo suelto y revuelto. Saludó sonriente a los presentes, bromearon juntos una vez más y se fue.
A partir de esa noche, él apareció seguido en lugares y grupos que ella frecuentaba, consiguió su número de teléfono sin pedírselo, la sorprendió con llamadas oportunas y divertidas, compartieron charlas serias y de las otras, se hizo varias veces el desorientado y dio mil vueltas en el auto para ser a ella a quién siempre dejaba última en las salidas de amigos, se esmeró en escucharla, conocerla, darse a conocer, la abrazó en momentos exactos. Le llevó su tiempo, pero lo consiguió...
A partir de esa noche, hace hoy, 15 de Marzo del 2012, exactamente 15 años, entre ellos hay charlas, gritos, besos, amor, peleas, sacrificios, caricias, broncas, pasión, disculpas, abrazos, proyectos, viajes, llantos, amigos, desencuentros, reencuentros, mimos, puteadas... 
Y risas, siempre hubo risas.
Y con todo eso formaron lo mejor que les podía pasar: un Hogar (sí, así, con mayúscula, porque viene del sustantivo Familia), construyeron un Hogar que empezó siendo para dos y ya somos cuatro.
Eso sí, cuando recordamos esa noche, él se hace el superado y para pelearme, niega todo, aunque un día, viendo una peli, me dijo:
-Eso me pasó a mí.
-Qué cosa? dije yo
-Eso mismo que le pasa a René Zehwelgfzgjehtzzzerr... You had me at hello.
Y yo, obviamente, sonreí.









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