domingo, 17 de junio de 2012

Sobre mi papá

Nunca le dediqué demasiadas palabras a mi padre. Será la identificación femenina en mí, que una vez adulta,   siempre necesité conectarme más con mi mamá, con su ser mujer, con su ser madre.
Pero sí es cierto que siempre fue el día del padre un momento más complicado para mí que el día de la madre. Al menos hasta que yo "hice padre" a alguien y ese día cobró más sentido.
Antes no, y es que antes no había nadie a quién entregar el portalápiz hecho con palitos de helados pintados de manera espantosa con témperas que hacíamos en actividades prácticas (ya conté en este blog como ese tipo de porquerías dedicadas a la madre sí tenían destinatario).
Me crié en un matriarcado, en una casa de mujeres, todas distintas, todas fuertes, donde mi abuela era mi mamá que me exigía un 10 si me sacaba un 9  por eso de "sé que vos podes", mi tía abuela era la abuela que me consentía y hacía papas fritas a las tres de la tarde, mi tía, una especie de hermana mayor que en tiempos de salud me mostraba los mundos de fantasías de Tolkien, Antoine de Saint-Exupéry, me cantaba en francés y me llevaba al teatro, y en tiempos de poca salud (física y psíquica) me mostraba que la vida de los adultos era bastante más compleja que en esos mundos imaginarios, y por último estaba mi hermana, mi amiga, mi ángel guardián, mi vara moral en muchos aspectos, tan distintas, tan parecidas, tan unidas siempre, hasta hoy, hasta la eternidad.
 Hubo un abuelo, de esos abuelos de cuento, gordo, con barba, pelado, que fumaba cigarrillos para morir y habanos y pipa por placer, usaba trajes impecables blancos de lino y camisa de poplín en verano y sobretodo de alpaca y chambergo en invierno. Ese que me llevaba a hacer las compras y pasaba sí o sí y "sin querer" por la juguetería a comprarme el último Pequeño Pony o la carretilla verdulería de los Pin y Pon gastando lo que no podía gastar, el que me llevaba al cine Los Angeles a ver tres películas de Disney seguidas con latas de almendras bañadas en chocolate y luego a comer al Palacio de la Papa Frita... Ese abuelo que me enseñó a gritar los goles de River y que muy enfermo se levantaba a ver los partidos de la Libertadores '86 con un cigarrillo, un vaso de anís El Mono y a mí en sus rodillas (es por él que aún prefiero mirar los partidos en la tele sin volumen y escuchar el relato por radio y es por él que me sigue gustando el anís, porque sí, siempre me dejaba "mojarme los labios" de su vaso). Hubo un abuelo, pero enfermó feo y rápido y tardó mucho en morir pero era cada vez menos él, y mucho menos una figura masculina en el hogar...
Bueno, es así que crecí sin imagen masculina, pero eso es para discutir en terapia y allí trabajar mi relación con mi esposo y mis hijos, varones los dos.
Hoy, siendo el día del padre, quiero hablar de mi viejo
Pero mucho no puedo decir de él.
Mucho no sé.
Puedo decir que era rosarino, asmático y se llamaba Ernesto (No, no soy hija del Che, pero qué cínicas coincidencias... o eran acaso un designio del destino esas tres características?)
Puedo decir que era un hombre de fe, de creencias firmes, de ideas.
Puedo decir que,a pesar de lo anterior, estudiaba derecho (es un chiste, es que soy de una familia llena de hombres de ley, abogados, jueces, fiscales y demás, por eso sabemos que  "serás lo que debas ser o serás abogado")
Puedo decir que era hincha fanático del Club Atlético River Plate (las famosa frase del Tano Passman puteando a su padre por hacerlo de River aún me hace reir)
Puedo decir que llamaba Petisa a mi vieja y me decía Ugy a mí (por algo que decía mi hermana 11 meses mayor en el momento en que  yo iba a nacer)
Puedo decir que era un buen hijo y un muy buen hermano que cuidaba a su hermana enferma y le llevaba a la casa los amigos, la música, el baile y parte del mundo y la alegría que ella no podía salir a buscar.
Puedo decir que le gustaba tomar el helado de chocolate amargo arriba y limón abajo (como a mí)
Puedo decir dos o tres cosas más, pero no mucho más.
Lo que sí podría, en vez de hablar de mi viejo, sería hablar CON mi viejo... Y ahí aparecen mil y unas preguntas.
Le preguntaría Cuándo? Cómo? Dónde?  Y principalmente Por qué?
Le preguntaría cuál es la realidad, esa que queda entre esa "Juventud maravillosa" que dicen unos y esos "Guerrilleros de mierda" que dicen otros, porque, sacando las ideologías del medio, todos sabemos que ambas son mentiras, o ambas son verdades, pero que la realidad no es mentira ni verdad, es simplemente eso que quedó en el medio (más allá o más acá, la realidad siempre está en el medio).
Le preguntaría de qué se arrepiente y de qué no.
Le preguntaría si entiende que no estoy de acuerdo con sus decisiones, que no las entiendo, que no las comparto, pero que obviamente, y justamente por lo mismo, no acepto ni justifico lo que  pasó después.
Le preguntaría si quiere jugar con sus nietos, con el más grande que me pregunta por él y yo no sé cómo contarle  tamaña historia, y el más chico, que con sus orejas salidas y su nariz chiquitita me recuerda a él.
Muchas cosas le preguntaría, pero en definitiva, lo que más quisiera saber es qué se siente, cómo es ser una nena de papá.
Te dejo una de tus canciones favoritas, y por eso una de las mías,
Feliz día, viejo.




jueves, 15 de marzo de 2012

Una noche para recordar

Era sábado y había varios planes. El que a ella le importaba se pospuso para más tarde, así que decidió ir un rato a esa fiesta de cumpleaños a la que la habían invitado, quedaba cerca y aunque hacía poco que la conocía, la cumpleañera le caía bien.
El atuendo elegido fue pensado para la salida pospuesta, mejor dicho, para el acompañante que pasaría a buscarla después de medianoche. Se acercaba el otoño, era una noche plácida, pero fresca. Pantalón con buena caída y camisa ajustada abotonada hasta ese punto exacto en que no se pierde la elegancia y sí se invita a la curiosidad.  Tacos altos. Todo negro. El pelo larguísimo y oscuro, recogido. Ojos bien delineados, pestañas bien marcadas con rimmel, perfume y nada más.
Llegó, saludó a los anfitriones, vio que había mucha gente, y aunque nunca fue tímida, optó por servirse una cerveza y salir al balcón, más fresco y menos concurrido.
Allí había un conocido, de esos que empiezan a perfilarse como amigos que lo seguirán siendo. Lo saludó con un beso y al llegar a quien estaba sentado al lado, se frenó, lo miró, se dio cuenta que no lo conocía, hizo un gesto como diciendo; qué importa, y le dijo "Hola"; le dio un beso y se sentó Era un tipo que se notaba bastante más grande que el promedio del resto de los presentes. Más serio al vestir, y al hablar, pero con una sonrisa franca y algo de infantil en la mirada. Como esos hombres grandes que siguen mirando dibujitos animados con la merienda.
Rápidamente la charla transcurrió entre cosas del momento hasta centrarse en ella, que esa semana había empezado su primer año real de facultad, luego de cursar un brillante (y recontra divertido) CBC.
(Ah... no lo dije aún? 19 años tenía ella).
-Qué cursas? preguntó él.
-Matemática, Química Inorgánica y Anatomía
-Ahh anatomía! Y trabajan con cuerpos de verdad?
-Sí, con material cadavérico...
Y a partir de ahí, el futuro amigo, y ese otro invitado se dedicaron a hacer bromas y chistes, obvios, bobos, pero divertidos sobre el uso que ella le daría al "material cadavérico" y otras tonterías más...
 Y ella reía, porque disfrutaba del humor negro, y disfrutaba ser el centro de esa conversación. Y también sentía que era el centro de la mirada de uno de los presentes, ese que al rato confesó que estaba en el cumpleaños de colado, que no conocía a los dueños de casa ni a la cumpleañera. El tipo más grande, pero súper divertido, al que le permitió que le hiciera mil chistes sobre ella porque la confianza fluyó y fue natural desde el primer momento.
La charla continuó y se diversificó, hasta que decidieron entrar. El se sentó en un sillón, desde donde podía verla charlar con las chicas en la cocina.
En un momento, ella soltó su cabello, y cuando estaba por anudarlo y recojerlo nuevamente, levantó la vista y se cruzó con la mirada de él que, desde el otro lado del pasillo, le hacía señas para que no lo haga, para que lo deje suelto. (Qué atrevido! Recién se conocían y pretendía que le hiciera caso a un pedido suyo!)
Se sonrojó, pero su sonrisa maliciosa y sus ojos, le dijeron todo. Lentamente, y a sabiendas que en cada movimiento estaba transmitiendo un mensaje, volvió a atar su cabello en un alto rodete que le decía: "No, no  te voy a dar el gusto". (Aún)
La medianoche ya había pasado, y a ella la esperaba quien sí era merecedor de dejarla con el pelo suelto y revuelto. Saludó sonriente a los presentes, bromearon juntos una vez más y se fue.
A partir de esa noche, él apareció seguido en lugares y grupos que ella frecuentaba, consiguió su número de teléfono sin pedírselo, la sorprendió con llamadas oportunas y divertidas, compartieron charlas serias y de las otras, se hizo varias veces el desorientado y dio mil vueltas en el auto para ser a ella a quién siempre dejaba última en las salidas de amigos, se esmeró en escucharla, conocerla, darse a conocer, la abrazó en momentos exactos. Le llevó su tiempo, pero lo consiguió...
A partir de esa noche, hace hoy, 15 de Marzo del 2012, exactamente 15 años, entre ellos hay charlas, gritos, besos, amor, peleas, sacrificios, caricias, broncas, pasión, disculpas, abrazos, proyectos, viajes, llantos, amigos, desencuentros, reencuentros, mimos, puteadas... 
Y risas, siempre hubo risas.
Y con todo eso formaron lo mejor que les podía pasar: un Hogar (sí, así, con mayúscula, porque viene del sustantivo Familia), construyeron un Hogar que empezó siendo para dos y ya somos cuatro.
Eso sí, cuando recordamos esa noche, él se hace el superado y para pelearme, niega todo, aunque un día, viendo una peli, me dijo:
-Eso me pasó a mí.
-Qué cosa? dije yo
-Eso mismo que le pasa a René Zehwelgfzgjehtzzzerr... You had me at hello.
Y yo, obviamente, sonreí.









sábado, 21 de enero de 2012

Del pasado hasta mí

Que me faltan páginas en mi historia, ya lo dije. 
Que hay vacíos de sonrisas, de voces, de abrazos, de retos, de recuerdos, también.
Que me debato entre buscar, aunque sea, piezas sueltas de ese rompecabezas o aceptar que la pérdida es permanente, se deduce.
Que vivo en la contradicción entre el amor y los reproches, quedándome cada vez más en el amor, porque entiendo que siempre los hijos podrán reprochar decisiones de sus padres, aunque el costo de éstas sea, en algunos casos, demasiado alto, se me nota.
Que me duele recordar el pasado a diario por su dimensión histórica y sus manipulaciones, pero más me duele no recordarlos a ellos, es real.

Hay veces que uno escapa del pasado y sus fantasmas.
Hay veces que el pasado no son fantasmas que te persiguen, sino personas reales que te buscan.
Hay veces que por más que busquen, si uno no quiere ser encontrado, aún teniéndote enfrente, no dejás que lleguen a vos.
Hay veces que, si vuelven, si insisten, que si lo que sienten que tienen para darte es mayor que tu propia convicción de vivir en la sombra, hay veces que a fuerza de insistencia y bien sembrada curiosidad, nos dejamos encontrar.

Celebro esas veces, porque me buscó, me encontró, me escondí, me insistió y dejé que llegue a mí. 
Y con él un pedazo de ese rompecabezas:

Apenas una historia de lejanos días compartidos.
Apenas unos nombres de gente que los vio, los escuchó, los tocó.
Apenas los recuerdos de otros.
Apenas una foto de un viejo libro que está lejos.
Apenas y tanto.
Apenas unas palabras escritas para ellos que me traen una parte de mi padre que no conocía, que nadie me contó. 
Hasta ahora.
Ahora conozco su letra.
Ahora me sorprende su alegría.
Y sólo con ella, me quedo.
Por ahora.
Gracias Santiago. De corazón.


sábado, 31 de diciembre de 2011

Año Nuevo


Conservemos lo bueno, salgamos a buscar lo que falta, tratemos de perder lo malo. Regalemos sonrisas, disfrutemos la música, una tarde de lluvia y una brisa en verano. Juguemos, soñemos, durmamos profundo y despertemos con ganas. Aceptemos lo que nos rebalsa y encaremos lo que nos corresponde. Pidamos ayuda y tendamos una mano. Comamos y bebamos disfrutando del gusto y el perfume de cada bocado, y cuidemos la salud, la que tenemos y la que nos falta. Miremos pelis que emocionen y de esas con espadas y explosiones que nos divierten. Dejemonos besar y besemos generando un recuerdo difícil de olvidar. Lloremos las tristezas para dejar lugar a las alegrías. Abracemos en puntitas de pie. Hablemos en silencio y gritemos un buen Guau! 
Todo esto tenemos para hacer en el 2012, ojalá hagamos mucho más y tengamos siempre cerca a ese QUIEN para compartirlo y hacernos el aguante. Un beso.
                                             La Vaquerita


Ahh!!! Y que en el 2012, por favor, River vuelva a jugar en Primera!!!!!!


jueves, 15 de diciembre de 2011

Hoy fue ese día.



Esto que comparto lo escribí otro día, no hoy, pero era otro día como ese, era otro día como hoy..
                                                                                                                                                                              15 de Diciembre
Hoy es el día. Hoy fue el día.  Qué habrás pensado cuando despertaste? Desayunaste ese día? O los nervios y la adrenalina no te permitieron comer nada?
Sé que pelearon, no sé si estaban juntos... te despediste de él?
 No te imagino. Nunca te imagino, no puedo, no tengo una imagen tuya, salvo una foto, estática, sonriente, pero sin brillo.
Cuando ven esa foto algunos dicen que nos parecemos, que nuestra sonrisa es parecida.... pareces tan feliz en esa foto... será posible que lo hayas sido? Esa vida te hacía feliz? Sé que nosotras sí. Aunque no puedo recordarlo lo siento dentro, cuando te siento cerca.
Cuánta dualidad... cuánto desencuentro entre lo que siento que eras y lo que fuiste.
Hoy es el día. Hoy fue el día. Cuando saliste sabías que podías no volver, y saliste igual. Y no volviste.  Cuánta convicción!... O cuánta idiotez!
Ese día ibas a vernos. Sé que lo estabas esperando. Nosotras también. Nosotras te seguimos esperando, a vos, a tu cuerpo, a tu historia. Bueno, en realidad ya no. Ya no esperamos en vano, pero sí a alguien que nos diga dónde estás, qué te pasó, qué te hicieron... quiero saberlo? Si al fin y al cabo el resultado final es el mismo, no tenerte. Pero sí, quiero.
Hoy es el día. Hoy fue el día. Hoy desperté y... bah, me despertaron unas manitos chiquitas que me buscaban asustadas, querían saber si estaba. -Sí, mi amor, acá estoy, mamá está acá. Y enseguida quise buscar las tuyas y que me digas lo mismo.
Me acordé de él, lejos tuyo y enojado porque decidiste arriesgarte. Pensé que se quedó esperando un llamado, un beso. Así que tomé el teléfono y marqué larga distancia, por las dudas quería que "mi" él supiera que estaba. No contestó, le deje un beso, no debe acordarse que  es una fecha especial para mí. No importa.
Hoy es el día. Hoy fue el día. Salimos a la calle, paso por una iglesia,  entramos. Esa fé que nos unió, esa fe en la que en una época creí porque sabía que era lo mismo que creías vos. Una de las pocas convicciones que compartimos.
 -Vamos a saludar a Jesús? pregunta una vocecita,  -No amor, vamos a saludar a tu abuela. Me mira y no entiende. Si esa no es la casa de la abuela? Claro, él no sabe de vos, él no sabe de uds. cómo explicarle? Qué decirle? Algún día le contaré mi historia que también es suya. Pero es tan difícil... Peor hoy en día cuando tanto se habla, se dice tanto pero se sabe tan poco. Porque de lo que realmente significa la ausencia de cada uno de ellos se dice poco, porque no hay palabras para decir, para explicar, son ausencias que traen vacío, vacíos de palabras entre tantos otros.
Hoy es el día. Hoy fue el dia. Y el día pasó, haciendo cosas, viendo gente, charlando, planeando cumpleaños, fiestas, viajes, mucha alegría, por fuera... Por dentro también, ya aprendí a convivir con todo lo malo y todo lo bueno al mismo tiempo. 
Y el día ya se acaba, y ya acosté a los chicos, se durmieron conmigo, tomados de mi mano, escuchando mi voz cantarles canciones que hablan de alegría, de conejos, de pelotas, de helados y postres, deben soñar cosas lindas, un mundo hermoso que los espera. 
Me cantabas? Seguro que sí. Qué me habrás cantado? Seguro que cosas alegres también. Quién me canta esta noche para que pueda dormir yo? Quién me da la mano? Quién me habla de ese mundo hermoso que me espera? No, no me espera, ya me encontró.
El día y la noche viven en mí. De día comparto mi alegría, alegría genuina, alegría real, no de cotillón. De noche... de noche es más difícil.
Hoy fue de día y hoy fue ese día.
Hoy es de  noche,  pero hoy es la noche que no fue.


domingo, 16 de octubre de 2011

El mundo y yo te queremos de veras...

De chica nunca me sentí distinta en el día de la madre. Siempre hice los dibujitos, la cajita de fósforo decorada con brillantina, el posapava en hilo sisal con la misma dedicación, torpeza, mal gusto y alegría que el resto. Claro, tenía a quién dárselo y que dijera un fingido Qué lindooo! Esa es Pocha, mi abuela paterna, quien lo aceptaba como de compromiso, a sabiendas que no era la legítima dueña de semejante porquería; de la misma manera que a regañadientes aceptaba que la llamáramos mamá. Ella siempre sintió que no le correspondía ese nombre, pero sí sabía que ocupaba ese lugar, que tenía esa obligación, que era su responsabilidad, debía hacerlo porque, María Victoria, mi mamá, así se lo había pedido en el que me imagino, sería el momento más difícil de su vida, dejar a sus hijas, por prevención, por seguridad, por cuidado, por convicción, por ideología, pero básicamente; por miedo...


Ojo, que la porquería de plásticas yo se la entregaba a mi abuela con sincera alegría pero a sabiendas que ella era algo así como "la mamá suplente". Siempre lo supe y aún así siempre la llamé mamá, aún hoy lo hago, pero un poco menos.


Fue al final de mi adolescencia que me conecté con mi mamá, y quise conocer más, no la historia,los hechos, porque hasta donde se supo, ya lo sabía. Necesité conocer a la niña, la mujer, la hija, la esposa la madre que había sido. Y había poco dónde buscar, muy poco, porque no quedó nada,ni su ropa, sus libros, mis juguetes, nuestras fotos, nada...Y para eso fui a su ciudad de nacimiento allá por el Alto Valle del Río Negro y supe todo lo que pudieron contarme mi otra abuela, mis tías, sus compañeras de colegio, los sacerdotes, sus maestras... en fin, en cada rincón de la ciudad (y aledaños) había alguien que la conocía y que quería conocerme y contarme su recuerdo de María Victoria, y no dejaban de mirarme y observarme como si fuera su fantasma, tratando de encontrar un parecido, un rasgo, un gesto de esa chica de 18 años que se había ido de Roca y que nunca había vuelto, en mí...


 Temo haberlos desilusionado, no soy yo ni tan petisa, ni tan flaquita, ni tan de ojos verdes, ni tan idealista, ni tan corajuda como era ella. Sólo remarcaban mi sonrisa y esas pecas que me salen al sol como rasgos distintivos y probatorios de heredera legítima.


Me traje muchos recuerdos ajenos, escuché a todos los que quisieron hablarme, que fueron muchos, consolé a varios que aún se emocionan al recordarla, polemicé con aquellos que cuestionaron mi poco compromiso con los ideales de mis padres, conocí sus lugares, su cama, su plaza, su escuela...pero ahí tampoco estaba ella.


Hasta que pude dar casi de casualidad, en un viejo arcón de madera, con un verdadero "Tesoro". Dos libros. Uno es su novela romántica preferida, de la colección Robin Hood, esa amarilla que todos seguro leímos alguna vez, era Jane Eyre, y tenerlo y leerlo me unió a ella en las tardes calurosas y soñadoras.
El otro, es un libro de poemas que lo tuvo hasta casi último momento, ese que tiene las únicas palabras escritas por ella que tengo, que me permitió conocer tanto su caligrafía como su manera de pensar en ese tiempo. Un libro bellísimo, Poemas de Otros de Mario Benedetti. 

Tardé un tiempo en leerlo,a esa altura ya había leído casi la obra completa de ese autor unos años antes, por ende los poemas los conocía, me bastaba con tenerlo y saber que había sido de ella. Pero un día decidí leerlo y para mi sorpresa, encontré tres poemas, sólo tres de los tantos del libro, marcados, sutilmente, con una pequeña cruz en birome azul.
Eran sus palabras, su mensaje,  esa explicación que necesitaba que ella me de, como si se estuviera excusando, como si se estuviera justificando desde antes temiendo y previendo un final terrible y anunciado. Por qué no había estado para verme crecer, para llevarme al colegio, para recibir las porquerías de hilo sisal que yo con  tanto  esmero y poco resultado había hecho año tras año.
 En palabras de otro, ella dijo:
"...Uno no siempre hace lo que quiere
uno no siempre puede
....Por eso que no puedo despeinarte el jopo
ni ayudarte con la tabla del nueve
ni acribillarte a pelotazos
vos ya sabés que tuve que elegir otros juegos
y que los jugué en serio...
Uno no siempre hace lo que quiere
pero tiene el derecho de no hacer 
lo que no quiere..."

(Sólo escribo parte de uno de esos poemas, son duros, un poco crueles, pero tienen mucho de la realidad que iba a pasar un tiempito después)
.
No sé si me bastaron esas palabras, no responden todas mis preguntas, ni me alivian la angustia, ni me hacen necesitarla menos, pero son de Ella.

Hoy yo soy madre, hoy yo soy mujer, más mujer y más madre que lo que ella fue. 

Más madre porque por elección y por suerte, yo pude ver a mis hijos dar sus primeros pasos, comenzar a hablar, elegir su colegio, ayudarlos con las tareas, enojarme y ponerlos en penitencia, jugar tirados en el piso, arriba de la cama, a la hora del baño, equivocarme y compensarlos con miles de besos y abrazos, porque eso a mis hijos no les faltará nunca, los besos, abrazos y cosquillas son para mí parte de su "alimentación",  soy más mamá porque ellos pueden pronunciar esa palabra entre risas, o a los gritos, entre llantos o medios dormidos y yo siempre siempre estoy para contestarles "qué pasa, mi amor?"

Más mujer sólo por haber vivido más, ella sólo tenía 21 años cuando me tuvo y 22 cuando la perdí (sí, literalmente la perdí, como quién pierde un botón o una carta y nunca vuelve a aparecer...) Yo ya tengo 33 pero seguramente en estos 33 años nunca afronté las situaciones que ella afrontó, nunca tuve que hacer sus elecciones, nunca desafíe de tal manera el orden establecido, nunca creí en algo tanto como para dejar mi vida en ello, nunca tuve tanto coraje y convicción (seguramente tuvo bastante estupidez también, pero como de eso sí tengo y como es su día, no voy hoy a criticarla...) No sé si en su lugar hubiese elegido o hecho lo mismo, creo que no, pero hoy es otro mundo y otra historia...  

De ella me quedan la mitad de su nombre (soy sólo Victoria, aunque pensaban ponerme Justa Victoria, muy idealista y de la época, por suerte se arrepintieron) y también tengo algo de su sonrisa, y sus pecas cuando estoy al sol,  y su novela de amor favorita y su libro de poemas, y en él un te quiero que no puedo escuchar porque no recuerdo su voz, pero sí puedo leer al comienzo del libro escrito con su letra,  que me dice:

"....el mundo y yo te queremos de veras,
pero yo siempre un poquito más que el mundo"

FELIZ DÍA MAMÁ

(Otro día deberé escribir "Todo sobre Pochita" que no tiene desperdicio y además es la persona que me permitió ser. Todo lo mucho o poco de bueno que hay en mí se lo debo a ella, que hoy, con 82 años, me sigue enseñando a vivir, me sigue desafiando, me ayuda a criar a mis hijos y me sigue retando como una madre aunque aún le cueste aceptar que la llame así. Marche otro feliz día para ella!) 

viernes, 10 de junio de 2011

De Monedas y Abrazos

Los abrazos son monedas, son mi moneda. Lo que se puede decir con un solo abrazo es lo mismo que con la suma de varias palabras, una mirada un par de caricias y hasta un beso, todo junto.
Es que sentirse contenido en un abrazo te permite estar flotando, estar en el aire, que tus pies no busquen punto de apoyo, porque no lo necesitan, porque otro te sostiene, y así podés sentir por un rato que volás.
Reconozco que soy abracera, muy. Y no hablo sólo de abrazos de amor, sino de cariño, de familia , de amistad. Los abrazos son parte de mi lenguaje.
Debo confesar que en la mayoría de las veces, yo no abrazo, sino que soy abrazada, Me dejo abrazar. Debe ser el beneficio de ser una petisa rodeada de altos. Es que casi todos son altos (no más altos, eso es fácil de conseguir) Pero hasta mis amigas son altas (las muy perras pasan el 1,70 m y aún así usan tacos!) Y ese andar por la vida desde abajo, levantando la cabeza para encontrar una mirada se ve compensado con brazos que se agachan para abrazar, abrazarme.
Los que me conocen lo saben y aceptan ese código, ese lenguaje.
Abrazos, hay muchos. Cortos y ligeros que dicen "Che, acá estoy".
Abrazos largos y apretados (esos me gustan a mí) que dicen "De acá no me voy".
Abrazo de hombros que te dan ánimo.
Abrazo de cintura que te piden "Quedate cerquita... un poquito más cerquita".
Abrazos con upa muy usado en los reencuentros.
Abrazos de cuello, en general acompañados con un beso dulce en la frente, esos que dicen "Sos linda, petisa".
Abrazos de amigas, de mujer, de esos que chocan pechos con pechos y que dicen "Sabés que yo te entiendo"
Abrazos de hija porque no encuentro palabras para agradecerte todo lo que me diste.
Abrazos de madre (mi hijo entendió este lenguaje y no hay día que no me diga "Mami, te quiero dar un abrazo", inclusive cuando se mandó una macana y busca la forma de pedir disculpas)
Abrazos de sillón, en medias, con los pies sobre la mesa ratona, mi cabeza en tu pecho, pochoclos y peli.
Abrazos que preceden besos insistentes.
Abrazos fatigados y sudorosos que coronan esos round de caricias, que te dejan escuchar su ritmo acelerado y te incentivan para volver a empezar.
Abrazos por la espalda, que te sorprenden y te permiten adivinar de quién proceden por la fuerza de esos brazos y el perfume que te llega.
Y debe haber más, muchos más, pero lo lindo no es escribirlos, sino sentirlos.
Así que sabé, que si un día, te escribo, o te digo o tengo la suerte de tenerte cerca y darte un abrazo, ese día en esa palabra, en ese gesto, te estoy hablando, te estoy diciendo más que sólo eso, te estoy pagando con mi moneda todo eso que me dijiste o me diste y me provocó esas tremendas ganas de abrazarte.
Si te abrazo, te quiero.